¿El Pejelagarto para presidente?

El siguiente texto es de Federico Reyes Heroles, y apareció publicado el 22 de abril en el periódico Reforma.

La pregunta-afirmación se ha vuelto recurrente: "Capaz que el próximo es López Obrador". La lanzan como un buscapiés, como calando las reacciones. No afirman, no se declaran simpatizantes, simplemente introducen esa posibilidad. Primero fueron universitarios o personas con un visión de izquierda, después entre los segmentos de ingresos medios, hoy son priistas y empresarios, los mismos que veían en el "Pejelagarto" la encarnación del demonio. Pero, ¿cómo es que AMLO ha llegado hasta allí? Hay varias lecciones que aprender. Los tres partidos políticos nacionales gozan de un brutal descrédito. El peor calificado es el PRI -la gente lo vincula con corrupción-, el mejor calificado es el PAN -mayor honestidad-. El PRD tiene muy mala fama: violento y antidemocrático es la percepción. Sin embargo, los mexicanos desde el 2000 han seguido votando por el PRI, por el PAN y por el PRD. ¿Cómo explicarlo? Sucede que algunos políticos logran proyectar una imagen que va más allá de sus partidos. Es el caso de AMLO, se le considera honesto, trabajador, se cree en su palabra, etcétera. Primera lección, es a pesar de los partidos y no por ellos. Segunda lección. López Obrador ha sabido irse distanciando de sí mismo. Sabe que tiene que cambiar y lo está haciendo. El hombre de la toma de pozos petroleros, el de las marchas, el de la confrontación sistemática, el contestatario, el del no a todo, ha ido mutando. Corrige. Ahora es él quien le pide serenidad al Presidente, el que insiste en cuidar las palabras y no caer en exabruptos. Si los políticos enterraran sus lados débiles sin falsos orgullos, nos iría mucho mejor. Tercera lección, AMLO está mirando lejos. Su primer gran reto era ser conocido. Su estrategia de subirse al ring nacional le ha funcionado. Hoy tiene un reconocimiento sólo por debajo del Presidente y su señora y muy por arriba de los secretarios de Estado. Cuarta lección, que el gobierno se sienta, que penetre por los sentidos. La conseja viene desde Locke y es tan simple como eficiente. Insegura, corrupta, desordenada, etcétera, la Ciudad de México ha sido la tumba de muchos políticos. Pero la otra cara de la moneda es la oportunidad: los capitalinos están desesperados porque se tomen decisiones y que el gobierno se mueva.

Al reactivar la obra pública el gobierno de López Obrador está teniendo dos efectos favorables: el desempleo se encuentra en un nivel muy bajo y las obras públicas hablan de un gobierno activo. Cuando las obras del poniente de la ciudad, el distribuidor, los puentes entre la salida a Toluca y el sur, la ciclopista y demás entren en operación, muchos segmentos de ingresos medios y altos que veían en AMLO a un izquierdista temerario van a tener motivos cotidianos de agradecimiento. Que si en el largo plazo sólo el Metro es la solución, es cierto, pero para quien se está ahogando eso está demasiado lejos. Es un político. Súmese a ello la coordinación de tránsito en Insurgentes, la modernización de varios cruces conflictivos, el bien planeado remozamiento de un tramo importante de Reforma con todo y flores que por desgracia tan poco cultivamos, también de La Alameda, más el impulso sensible al turismo y la remodelación del Centro Histórico, todo en menos de tres años. AMLO ha salido a cazar a las clases de ingresos medios. Es una buena estrategia. Ya no sólo son los dineros para los adultos en plenitud, el drenaje y los conciertos populares, todo también de corto plazo. De pronto un vecino de Las Lomas podrá ir a un concierto en la Sala Nezahualcóyotl en menos tiempo de lo que le lleva llegar a Bellas Artes, las crecientes colonias del sur poniente podrán llegar mucho más rápido a su trabajo, al aeropuerto o al centro y los amantes del ciclismo y la carrera podrán gozar su ciudad pedaleando de La Condesa a La Magdalena Contreras. Todo, insisto, de corto plazo, en el cual, por cierto, nos vamos a morir. Están trabajando y se nota. Viva la competencia. Por si fuera poco los grandes contrastes le ayudan enormemente. Pemexgate y Amigos de Fox han mostrado las corruptelas de ambos lados. ¿Alguien tiene alguna duda de la postura AMLO desde Tabasco al respecto?

López Obrador gobierna la que quizá sea la ciudad más corrupta del país, la parte sistémica no ha sido atacada y es un bicho difícil de enjaular, pero su honestidad personal está para los gobernantes por encima. En su Nissan para arriba y para abajo, el madrugador gobernante, se ve lejos de las degradadas formas del pasado y del presente: ni guaruras, ni "Suburbans", ni negocios o amigos litigantes. Es sencillo. Su pequeño departamento nada tiene que ver con el estilo del hacendado a caballo que el régimen foxista se ha esforzado en reimponer. AMLO le apuesta a otro México. Otro punto a su favor es su posición abierta y auténticamente laica que resalta frente a los avances clericales como besarle el anillo al Papa, buscar concederle a la Iglesia Católica frecuencias de televisión o regresarle el Palacio del Arzobispado, como si Juárez no hubiese existido. Todas ésas son las "ayudaditas" del régimen de Fox. Juarista en tiempos de resaca, AMLO ha sabido dar juego a la agenda de las minorías, desde el aborto hasta la homosexualidad, las causas más candentes. No olvidemos tampoco que el gobernador es un orgulloso defensor de las mujeres en los cargos públicos, actitud que sustenta en los hechos al tener una proporción mayor de mujeres que de varones en puestos directivos. Multifacético en un país complejo, es otra lección. Sí, sería mi respuesta, de seguir las tendencias AMLO puede ser Presidente. Su "posicionamiento", como dicen los expertos, es alto; sus "positivos", sus cualidades, son ya evidentes y está creciendo. Si el PRI no postula un candidato atractivo y de buena fama pública, si el PAN termina como un gobierno paralizado y proclerical, López Obrador podría ser la alternativa para un México cansado del PRI, decepcionado del PAN, un México que está a favor de un país laico, con políticas populares reales y demandante de gobernantes sensibles. El alto voto volátil bien podría elevar de nuevo el apoyo a favor de un candidato de centro-izquierda, recalco centro-izquierda. López Obrador tiene, sin embargo, a un enemigo que vencer y ése es el populista que todavía lo acompaña, el que está endeudando a la ciudad, el de las "consultas" a diestra y siniestra, el mismo que por atrapar a los pillos del Fobaproa podría poner en entredicho a todo al sistema financiero y provocar una crisis, el indefinido frente a Atenco. Pero si AMLO matiza, si corrige, si aprende de sus propias lecciones, sin duda estaremos hablando de él en las elecciones del 2006.